Canción inicial

Canción Inicial
Argentina, territorio entregado al porvenir desde tus quebradas norteñas hasta el Cabo de Hornos; promisorio escenario donde forjar una nueva vida; útero abierto al nacimiento de las mil diversidades étnicas; madre nutricia; miel; calostro...
¡Cuántas alabanzas mereces en tu bondad y en tu gesta moral,
Patria mía!...
Por tus caminos otrora polvorientos, insinuados al hollar de carretas y pezuñas; ralo pastizal; poblado monte; de norte a sur; de sur a norte, venían nuevos hijos a gozar de tu hermosura femenina; a rodearte con sus brazos y poblar tus anchos hombros y tu cabeza; tu cintura en cinta; tus pies de bailarina reconcentrada; altiva y reconcentrada.
Todo en vos fue regazo:
Buenos Aires, que aunque niña pobre, ya coqueta.
Patagonia, viento-médano, soledad transmutada en idiomas y vocinglería.
Norte indómito; callado; páramo al pie del Ande. Y el mar verde en la llanura, a la entrada de los cerros:
Tucumán de la mecidas selvas, gleba feraz; idílico amor del viajero que detuvo su paso ante el prodigio.
Hoy regreso sobre aquellos rastros que esculpieron tantos hombres, ¡tantos!. Voy a encontrarme con los antiguos rostros; rostros de arrugas oscuras, nobles; rostros donde los ojos, aun abiertos al asombro, nos miran, aunque un puñado de tu savia haya caído sobre ellos.
Néstor Soria

Foto de Néstor Soria

Foto de Néstor Soria
Redacción: Poeta y escritor Néstor Soria

Imagen de Ana Lía Madrigal

Imagen de Ana Lía Madrigal
Investigación, entrevistas e ilustración: Ana Lía Madrigal

lunes, 6 de abril de 2015

Tránsito del Cármen  Quinteros
Entrevistada

Francisco Daniel Quinteros    "El Ciego Pancho"




Pudo ser un niño triste o desde la infancia un ‘don nadie’. Pudo arrebujarse en un rincón de la vida y entregarse a sus impiadosos vaivenes. Pudo negarse a iniciar el camino, doblemente tortuoso para un ciego, o sólo animarse a recorrerlo de la mano de algún ser fuerte que se prestara como lazarillo. Pudo dejarse morir antes de crecer.Pero a nada de ésto apeló. Como contrariando a su sino se hizo a la oscura mar de un mundo que para él no fue ni pequeño ni temido. La luz de su talento, a veces refulgente, otras, débil pabilo, reemplazó a su iris marchito y echó a andar haciendo flamear su nombre y a la vez, sembrándolo al voleo.


Francisco Daniel Quinteros nació en el ingenio Concepción, el 4 de junio de 1913, del vientre de Carmen Quinteros quien lo anotó con su apellido.
Sabemos que su ceguera se manifestó cuando recién tenía tres meses de vida; que todo se inició con una conjuntivitis posiblemente contagiada por su madre, la que al ver a su hijo afectado por su misma dolencia, trató de curarlo con unas gotas que ella se aplicaba en los ojos y el fuerte medicamento lo privó para siempre  de la vista.
Tránsito del Carmen Quinteros, ‘Pocha’, su hija y a la vez nuestra entrevistada, nos dice que su padre tuvo los ojos azules pues al parecer fue hijo de un ‘gringo’, de un español.

Cómo nace el músico
El oficio de mi padre fue el de músico, 
guitarrista autodidacta desde los 4 años.
El Ciego Pancho acompañado por Freite y su guitarra

La cosa empezó así: Mi abuela Carmen era lavandera. Para poder salir a trabajar lo dejaba a su hijo con una madrina que cosía ropa a máquina. Cierto día ella le regaló una guitarrita a  mi papá y él, al compás de la máquina de coser, sacaba ritmos y sonidos, solo. A medida que creció perfeccionó su instrumento.

El Ciego Pancho -izquierda- junto a otros músicos
en el salón auditorio de la radio tucumana  LV7
De entre los recuerdos de conversaciones con su padre, Pocha extrae la que  cuenta que él comenzó a actuar como guitarrista, en la emisora de radio LV7*, luciendo aun pantalones cortos. El muchacho, sumado a otros músicos, como Militello y Romero, debía acompañar a todos los intérpretes que visitaban el auditorio, ya sean de aquí o de otras provincias; especialmente a los encumbrados vocalistas de Buenos Aires. También nos dice que al trío luego se sumó Freite, un cordobés de buena estampa y muy buen vestir, que podía peinarse el jopo en el brillo de sus zapatos.
La permanencia de Francisco Daniel Quinteros en esa emisora se prolongó por un largo tiempo. Así fue que cumplida su mayoría de edad pasó a ser mensualizado y esa condición le aseguró, años después, una jubilación.
Sin rencores ni reniegos, Tránsito del Carmen comenta que su padre, ya renombrado como ‘El Ciego Pancho’, estuvo muy cerca de recibir un aviso de despido de LV7 por no estar afiliado al Partido Peronista, ya que se sentía radical de la línea de Yrigoyen. 
 -Mi papá ha sido radical Yrigoyenista. Entonaba todos los cánticos del partido. Para no perder el trabajo se tuvo que afiliar al peronismo, de otro modo se quedaba en la calle.

* La emisora de radio LV7 fue fundada, en Tucumán, el 29 de noviembre de 1928.


El Noctámbulo
El Ciego Pancho acompañando a músicos y cantores tangueros
          Sin ánimo jocoso nos preguntamos qué sería la noche para El Ciego Pancho. Cómo se imaginaba el día con sus luces y sombras. Qué orden podía guiar a su reloj biológico. Seguramente su accidentado trajín, sus copas abundantes y baratas, más el permanente esfuerzo por hacerse de unos pesos, todo ello hecho cansancio, lo obligaba al reposo. Pero quién podía aseverar que desde su condición de no vidente, su descanso coincidía con la noche. 

Su hija cuenta

-Ya nadie lo ubicaba como Francisco Quinteros, para todos era El Ciego Pancho.
Mi papá dormía de día; la noche era el día para él. Vivía ‘pasado de sueño’.
Recuerdo que una de las audiciones de radio donde debía tocar, comenzaba a las 17 horas, y hasta minutos antes de esa hora le decíamos:
Papá, papá, levantesé.
Ya va, ya va, respondía.
 A segundos de la iniciación me mandaba hasta un negocio que tenía teléfono y como yo era muy bajita me ponían un banquito, me marcaban el número y les decía a los de la radio:
Por favor, dice el papá que pongan discos sueltos hasta que él llegue.  
El Ciego Pancho y el cantor Eduardo González
en la emisora radial LV7
Claro, estaba desvelado. Después de cada audición se tomaba sus vinitos. Muchas veces se le juntaron dos audiciones sin dormir. Entonces me decía:
Dame una rueda’i carro. Así le decía a la pastilla de Geniol.
Mi papá siempre tomó vino tinto, puro y natural. Sus amigos, adeptos al blanco, debieron cambiar sus gustos. Él les decía: P…., ustedes no saben tomar; tomen un tinto. Y los amigos le contestaban: Bueno, bueno, ciego de mierd…
Siendo ya viejo, toda la noche estaba acostado con la radio en su pecho, vos se la apagabas y él se despertaba.


El Bajo- 24 de Setiembre y Av. N. Avellaneda


                 En boliches de El Bajo

          Francisco Quinteros, ‘El Ciego Pancho’, incrementaba sus magros ingresos como mensualizado, con recurrentes incursiones en los boliches de la zona de El Bajo, escenario que por allá de 1930 estuvo poblado de bares, confiterías y otros sitios que más bien fueron tugurios lupanarios.

Tránsito del Carmen, ‘Pocha’, ésto nos cuenta:     
Aparte de su trabajo en LV7 trabajaba en El Bajo. Antes ahí eran todos boliches. Muchos se confunden porque dicen que tocó en ‘El Gallo de Oro’; no fue así. Sí tocaba en ‘El Palenque’, sobre la calle 24 de Septiembre 1º cuadra; en ‘La Ballena Azul’, que creo que estaba por el pasaje Díaz Vélez; pero todo frente a la ex Terminal de Ómnibus. Tenía otro amigo de muchos años  que actuaba con él; fue cantor de tangos; se llamó Omar Correa y hay un tango que lo identificaba: ‘Pucherito de gallina’. Llegaba a las reuniones que se armaban sin programar, en bicicleta. Omar también cantaba en LV7.
En ‘El Gallo de Oro’, ubicado en frente de la peluquería de Eduardo González,
gran cantor de tango,  actuaban ‘Los Ratones’, un matrimonio no vidente de apellido Romero; los dos ejecutaban el violín.

Se casa
          Tras mucho andar con su eterna compañera entre los brazos, hablamos de la guitarra, El Ciego Pancho le hizo un lugar a su costado a una mujer. María Tránsito Albarracín se llamó ella. Como diría un tanguero, Quinteros tenía 33 abriles y el año 1946 deshojaba su almanaque. Se casaron. Y consumada la boda se radicaron en la calle 25 de mayo al 1400, Villa 9 de Julio. De esa unión llegaron al mundo: Tránsito del Carmen, ‘Pocha’, a la sazón nuestra entrevistada, el 29 de abril de 1947; y el 2 de febrero de 1950, Francisco, el inolvidable ‘Paco’ Quinteros. 
Pero la felicidad de la familia conformada duró poco. El 22 de octubre de 1955 este hombre, que miraba con los ojos del alma, siente que la presencia de su compañera se escurre de su lado disuelta por la muerte y se queda solo con sus dos pequeños vástagos: La niña, de 8 años, y Paco, con apenas 5. 
En la desolación que reina en la casa ahora están: Francisco, sus dos hijos y la madre, aun perviviente, del afligido viudo.

El Ciego Pancho junto a su hijo Paco y amigos
           ¡Hijo, a trabajar!                                                                
     Nadie recuerda ya cuándo se acallaron en las emisoras de radio, los fuelles, violines y guitarras, que tocaban en vivo. Una aproximación dice que fue por allá de 1960. Las causas de la defunción de tan familiares sonidos, estuvo en la aparición de la música grabada, de los discos que comenzaron a llegar desde Buenos Aires. ¡Ah, es la modernidad! decían.
El hecho es que El Ciego Pancho quedó cesante en LV7. No sabemos si lo indemnizaron o si al menos recibió unos pesos.

Ahí la vida de los Quinteros tuvo un cambio        

-Cuando el papá quedó sin trabajo en la radio, porque no hubo más audiciones en vivo, le dijo a mi hermano que recién tenía 10 años:
Bueno m’hijo, me vas a tener que acompañar, agarrá ese bombo y vayamos a trabajar juntos.
Paco hasta entonces cantaba solito y los vecinos le daban unas monedas. Él aprendió mucho mirando a su padre.
Plaza Alberdi
Estación ferroviaria General Mitre
La plaza Alberdi, como una sala de recibimiento de los trenes arribados del norte y de Buenos Aires a la estación Mitre, se convertía en una colmena humana y ese gentío colmataba además los hoteles y confiterías de la zona. Allí El ciego y su hijo desplegaban su arte popular. Noches los vieron en ‘Los cuatro seis’, una parada de taxis; en "El 55", emblemático bar donde dos hermanos salteños, insomnes y desaplicados estudiantes universitarios compusieron, sin medir métrica ni mucho menos repercusión, la magistral chacarera "Del 55", obra que eternizó en una de sus estrofas, definitivamente, al Ciego Pancho. Los autores de ese emblemático tema fueron Pepe y Gerardo Núñez.
Y esas mismas noches los vieron a padre e hijo, cantar a las señoras y caballeros que salían de los penumbrosos cabarets, salpicados en las calles aledañas a la plaza. Los dos entonaban zambas y tangos. El niño, Paco, luego de dos o tres canciones brindadas, recorría las mesas con un platito que a veces rebalsaba de dinero, y otras regresaba famélico, atesorando pocas monedas.    

Pocha nos dice

-Es por eso que mi hermano Paco conocía tanto la calle, la vida. Él me hablaba de “las señoras de la noche” y cómo debía tratarlas. Nunca digas, loca, o p…, porque detrás de cada ser hay un porqué. 

Tiempo infausto

El Ciego Pancho-centro- junto a otros músicos
 La orfandad de los hermanos Quinteros, Pocha y Paco, era una cruel realidad que a pesar de los esfuerzos del padre, sufrían amparándose uno al otro. Mientras tanto, El Ciego Pancho trataba de recomponer su vida aferrándose a cualquier ‘madero de salvación’ que cruzara en su mar de soledad. Es por ello que cierto día llevó a la casa a una mujer que conocía desde tiempo atrás. Lejos estaba de imaginar que esa presencia, al tomar  el dominio de lo hogareño, martirizaría a sus hijos, principalmente a Pocha, muchacha que ya había cumplido 15 años.
Lo primero que hizo fue obligarlo a Pancho a entregar a su dueño la propiedad que alquilaba en la calle 25 de Mayo. Desde ese momento los miembros de la familia vagaron por muchos lugares, alojándose en pobrísimas casas de la localidad de Lastenia o del Barrio San Carlos, un vecindario muy humilde de aquellos tiempos, cercano al sitio conocido como ‘La Mago’.
El Ciego Pancho y su hijo Paco Quinteros
Pero la relación de esta mujer con la jovencita se agravó hasta llegar a la violencia y Pocha, desnutrida y maltratada físicamente, buscó refugio en la casa de una parienta.          
Por esos días ocurrió que "El Ciego Pancho" y su malvada pareja se fueron a Buenos Aires, de donde él regresó tiempo después, solo. Cabe el decir que ese viaje fue costeado con el dinero de la venta de los muebles y hasta de los instrumentos del músico. 
Así recuerda Pocha:
-Cuando vivíamos en la 25 de Mayo mi papá tenía tres guitarras, un contrabajo, tonete, ocarina, una flauta alemana que le habían regalado; le vendió todo. Hasta le empeñó la medalla de oro que le dio LV7. En Buenos Aires él cantaba en la calle y pasaba el platito.
Después logró zafar de esa mujer y regresó a Tucumán. Cuando lo vi le di un abrazo y sentí que en el bolsillo traía el platito de juntar monedas. Ahí mismo se lo saqué y lo tiré lejos.

Como un alumno rebelde

Dibujo de El Ciego Pancho
          Cuando El Ciego Pancho regresa a Tucumán luego de su complicada estadía en Buenos Aires, se enfrenta a una realidad que lo aflige: no tiene un sitio dónde vivir. Es entonces cuando interviene el conocido cura ‘Lalo’ Silva quien habla con la directora de la Escuela Para Ciegos de la calle Moreno, a la que le pide que le permitan alojarse allí. La docente accedió a la petición del sacerdote y Francisco Quinteros tuvo un techo para cobijarse.
Pero esa solución duró poco tiempo. El músico quería seguir gozando de su libertad de siempre y eso le trajo complicaciones.

Su hija Pocha cuenta

-¿Qué hizo mi Papá durante ese tiempo? Como la escuela estaba cerca de El Bajo, los empezó a sacar a los cieguitos que no tenían familia y nada sabían de la calle, los llevaba a El Bajo, les daba sendos tragos y los devolvía machaditos ya entrada la noche. La cosa se descubrió porque los dormitorios estaban en un primer piso y como los pobres ciegos no podían subir, totalmente ebrios, se quedaban dormidos al pie de la escalera. 
La directora me llamaba y me decía: Mire señora, su papá es un caballero pero es una lástima que tome. Ahora los saca a sus compañeros y los trae bebidos. Se imagina, esto es un colegio, no puede ser. O sea que lo demandaba como si mi papá fuera un alumno rebelde.

De casa en casa

El Ciego Pancho
          Desalojado de la Escuela para Ciegos, Francisco Quinteros haya refugio en la calle Corrientes 1600, domicilio de su amigo ‘El Negro’ Moreno; un taxista que al culminar su trabajo montaba en una enorme motocicleta y salía a pasear por la ciudad.
Albergado El Ciego en su casa, El Negro lo convirtió en su acompañante y, a pesar de la excesiva gordura de Pancho -tenía talle 60 de pantalón- se daba mañas para trasladarlo en ese vehículo de dos ruedas. Es importante el decir que El Negro Moreno fue quien le gestionó al músico una jubilación por tantos años de actuación en la radio.  

El Ciego Pancho abrazando a sus nietos Daniel 
y los gemelos Luis Fernando y Luis Esteban

-Después se mudó a la casa de una comadre. Eso ocurrió porque a esta mujer se le murió un yerno y al no tener donde sepultarlo, lo depositó al féretro en el monumento de mi mamá, en el Cementerio del Norte. Entonces, por agradecimiento, le dio a mi padre una habitación en su vivienda de la calle general Paz al 1200.
Luego lo traje a vivir en la escuelita Niño Jesús de Praga, donde yo trabajaba. Allí nos dieron una prefabricada que era del cura. De ese modo volvimos a estar juntos, mi papá, Paco y yo. Después Paco se fue a Comodoro Rivadavia y quedamos los dos. Cuenta Pocha.

De ‘caederos’ y músicos

El Bajo
          Porque anhelamos que este relato trascienda su condición de obra literaria para leer y se convierta con  el tiempo en material de consulta para buceadores de lo popular, anotamos aquí el nombre de algunos de las confiterías, conocidas también como bodegones o más vulgarmente ‘caederos’, donde El Ciego Pancho desplegó su arte tanguero y criollo.
A la vez, sumamos a los músicos que junto a él aportaron al Tucumán de antaño un valioso pentagrama de cultura nacional, verdadero cimiento de  identidad desde donde siempre debemos edificarnos.

Hacia El Bajo por calle 24 de Setiembre
Dejamos claro que nos fue imposible el armar estos datos con exacta cronología. Sí damos algunos nombres de sitios y personas que fueron actores de las décadas de 1930 y 40.

El Olivito: un caedero de la zona de El Bajo; de cuando la ciudad estaba empedrada; bodegón donde los parroquianos dejaban propinas de 10 y 20 ctvs.
El Guardia: otro reducto de El Bajo. Ahí El ciego Pancho tocaba con Juan Stivel, un bandoneonista no vidente como él.
Bar Risco: ubicado en la ochava noreste de las avenidas Nicolás Avellaneda y Benjamín Aráoz.
Don Juan Marchón: confitería también ubicada en la zona de El Bajo, cerca de la ex terminal de ómnibus.
Antigua garita en el Bajo
La Chuña y El medio pulmón: dos bodegones de la calle José Colombres donde cantaba Pancho junto a su amigo Freites.
Rememoramos el cuarteto formado por El Ciego Pancho, en guitarra; Juan Stivel, en bandoneón; Adolfo Ferro, en violín; Pedro Salcedo, en piano. Grupo que alegró las noches de la zona de la plaza Alberdi.
Recordamos los excelentes acompañamientos que estos músicos hicieron a cantores como, Roberto Quiroga, Agustín Irusta, Aldo Campoamor, ‘El Negro’ Mostajo, dúo de las hermanas Verón, el peluquero cantor Eduardo González. 



El Ciego Pancho acompañando a cantores y músicos tucumanos

La crónica también habla de cuando El Ciego Pancho acompañó a la todavía anónima Gladis Osorio, aquella muchacha morena que luego retomó su nombre verdadero, Mercedes Sosa.
Haciendo un  trabajo de docencia supo armonizar al dúo Vera-Molinaque, dupla cuya fotografía estuvo varias veces en las tapas de la desaparecida revista ‘El alma que canta’.
Crónica del homenaje que se le hizo al Ciego Pancho

                                                              Homenajes
          
          Cuando corría el año 1985, el Centro Cultural San Martín, Buenos Aires, se colmó de música norteña y especialmente tucumana, al desarrollarse un espectáculo que se llamó ‘Entre Duendes y Coplas’. Los comprovincianos que nos representaron fueron: Rolando "Chivo" Valladares; el catamarqueño y tucumano por amor, Luis "Pato" Gentilini; Tomás ‘Tomacho’ Gray, exquisito intérprete del violín; ‘Pepe’ y Gerardo Núñez; los hermanos Nieva; y Eduardo Cerúsico, un pianista de solvencia.
"Panorama artístico" del diario La 
Gaceta anunciando la muerte del Ciego Pancho
Esa mágica noche de buen folklore tuvo un espacio para homenajear a El Ciego Pancho, el que emocionado escuchó dos chacareras que lo nombran: ‘Para El Ciego Pancho’, interpretada por su autor, Eduardo Cerúsico, y ‘Chacarera del 55’, de autoría de los Núñez quienes la cantaron a dúo.   
Otro reconocimiento ocurrió cuando se editó el Long Play -disco larga duración- con canciones de los hermanos Núñez, donde está inserta la chacarera del 55. El Ciego Pancho fue padrino de esa placa grabada.

Francisco Daniel Quinteros, el inolvidable Ciego Pancho, se fue a mejorar la música celestial de ángeles y santos, el miércoles 6 de junio de 1991. Recién tenía 78 años. Doña Carmen quinteros, su madre, falleció de 107 años.


Astilla de un mismo palo
          
Paco Quinteros
 La senda cancionera que abrió Francisco Daniel Quinteros, El Ciego Pancho, le mostró a su hijo, al inolvidable Francisco
"Paco" Quinteros, el paisaje cultural que debía seguir. Y el discípulo fue respetuoso con ese camino. Pero, aunque no dudamos de que algunas veces visitó, con una guitarra, los boliches que su padre cubrió de floreos, su derrotero fue distinto.
Convertido ya en solista, ya como integrante de dúos y cuartetos, Paco Quinteros probó las mieles del aplauso en diversos escenarios, de festivales, peñas y otros espectáculos populares tucumanos y del país.              
Hacer una semblanza de su persona, es decir que era un tipo amable, educado y de excelente ánimo. Rodeado de amigos de la vida y otros del arte, recorría la ciudad nocturna guiado acertadamente por su instinto, nochero como él. Jamás una trifulca lo tuvo como participante y hasta se puede decir que era un componedor de diferencias. 
Los gemelos Quinteros apodados "Mundi y
Alito" porque nacieron en 1978, el día del partido
de futbol Argentina -Perú
Merece un comentario aparte el repertorio de chistes del que hacía gala en sus presentaciones artísticas. 
Cierta vez anduvo por Famaillá, eso fue hace más de 30 años. Allí lo flechó una joven llamada Cristina Heredia, cantora de voz dulce y lánguida mirada que casi, casi, lo convierte en sedentario marido. Con ella concibieron tres hijos: Daniel Guillermo, nacido en 1977; y los gemelos Luis Fernando y Luis Esteban, llegados en 1978. Aquella estadía famaillense de Paco, ya casado con Cristina, colmó de música la casa, pues, el grupo "Los Albileños", del que formaba parte, eligió ese lugar para ensayar un repertorio folklórico pleno de identidad tucumana.  




Siempre atrás de una guitarra
           
La vocación de Paco Quinteros siempre fue clara. Su corazón y su cabeza se inclinaron hacia la música y nadie pudo torcer su decisión. Reclamado por su sino, abandona Famaillá sabiendo que su mujer, Cristina, protegería a sus hijos y regresa al libre camino de la creación y la expresión artística.
En una gira por Buenos Aires otra mujer invade sus sentimientos. La agraciada se llamó Serafina Pérez Casas, ‘La negrita’; oriunda del sur del país, de Comodoro Rivadavia. 
19 de diciembre de 1978,  La Gaceta-Paco Quinteros recibe en
representación de "Los Albileños", el "Sulky de Oro"
en el 6º Festival del Sulky en Simoca.
La relación tuvo sus prolegómenos y cierto día Paco se radicó en las frías tierras del sur. Pasado un tiempo fundaron un modesto negocio que paulatinamente comenzó a crecer. Ya con cierta solvencia, Paco invitó a su familia a celebrar un Fin de Año en su casa de Comodoro Rivadavia y hacia allí partieron: Su padre, El ciego Pancho; su hermana Pocha, nuestra entrevistada y los hijos famaillenses del cantor.    

Una de arena, otra de sal
          Sí, comenzamos por la de arena porque es la crónica menos ácida. Pocha, su hermana, habla de Paco y se emociona. Son tantos los gratos recuerdos que guarda de él, que notamos en sus palabras los requiebros de quien mezcla felicidad con angustiosa nostalgia.

-Mi hermano y La negrita se amaban. En Comodoro Rivadavia abrieron una agencia de quiniela. Trabajaban de la mañana a la noche. Además él se hizo de buenos amigos; siempre lo invitaban a cantar.
Cuando le dije a mi papá que si se animaba a viajar al sur en avión, pues pasaríamos el Fin de Año junto a Paco, mi viejo me dijo: ¡Sí, meta! Para él era toda una aventura. Cuarenta y cinco días estuvimos allí. Todos los gastos corrieron por cuenta de mi hermano. La negrita alquiló un auto y nos hizo conocer. Paco no tenía vehículo porque decía que guardaba dinero para hacer algo en Tucumán; jamás se acostumbró a vivir ahí.
         
La de sal

-Cierta vez mi hermano le prestó tres cheques a un amigo que debía hacer operar a una hija. Y a pesar de que La negrita le decía: No, Paco, prestale uno sólo, él estaba feliz por poder ayudar a esa persona: Ya vas a ver, le decía a su mujer, la vida nos dará el doble. Este ‘amigo’, que también tenía negocio, nunca le devolvió el dinero y ellos se ‘vinieron a pique’; no pudieron volver a levantar cabeza. En ese tiempo manejaban mucha plata. ¿Saben qué los distanció hasta causar la separación? La economía. El error que cometió Paco al prestar esos cheques. Mi hermano con La negrita no tuvo hijos.  

El epílogo

Acaecida la separación de La negrita y Paco, ella permaneció en su Comodoro Rivadavia natal y él regresó a Tucumán. Aquí buscó amparo en la casa de la calle Uruguay al 2000, donde su padre y Pocha, su hermana, lo esperaban. Por entonces El Ciego Pancho ya había abandonado sus actuaciones públicas a pedido de su hija. 
Cuando todo parecía normalizarse en la vida de la familia, una noticia volvió a conmoverlos: La Negrita, gravemente enferma, reclamaba el verlo. Los sobrinos de ella le enviaron los pasajes y Paco respondió a ese llamado. Todo fue muy rápido. Serafina Pérez Casas, La negrita, esperó su llegada y murió. 
Julio Olmos y Paco Quinteros armaron el "Dúo Paco'lmo", canta-
autores de 13 temas folklórico tucumano.
Dúo Paco'lmo

"Paco" Quinteros  no solamente fue intérprete, sino que también  creó, entre otras, la música de la “Chacarera del cura Amado” junto al poeta de Villa 9 de Julio  Miguel Hynes, quien es autor de la letra. Además compuso 12 temas editado en un CD, con letras del mismo poeta, dedicado a su padre, el Ciego Pancho, trabajo titulado "Elegías de Pancho".         



Chacarera del cura Amado
                              Letra: Miguel Hynes                               Música: Paco Quinteros

Qué vas a hacer cura gaucho
"Paco" Quinteros junto al poeta Miguel Hynes
si al llegar al cielo vieras,
que no hay ni riñas de gallos
y no hay carreras cuadreras.

Tu Cristo es el de Canaá
que al ver al novio afligido,
para que siga la farra
del agua hizo el mejor vino.

Por estar junto a tu pueblo
mientras los otros callaban,
en los tiempos de la muerte
dejaste tu tierra amada.

Estribillo:

En algún lugar del cielo
El ciego Pancho te espera,
te está guardando un vinito
que hacen en la patria eterna.
Cantarán los angelitos
con ritmo de chacarera.
Qué bien que te bautizó
el que te pusiera Amado,
un destino manifiesto
te diera Dios desde chango.

No te importan los honores
no soñaste en ser obispo,
sólo te interesa el rojo
cuando se trata del tinto.

Aunque quisieron mandarte
a un lugar donde no estorbes,
tu sitio será por siempre
el corazón de los pobres.
Crónica del diario "El Siglo" recordando al
inolvidable Paco Quinteros

Pasados los años, luego de la partida de El ciego Pancho en 1991, el destino asestó otro duro golpe a la familia. En la vivienda de calle Alfonsina Storni al 100, donde Pocha, su marido Pedro Antonio Paz y Paco, compartían los días, la muerte, artera e imprevisible, penetró con su guadaña cegadora para llevarse, en un santiamén, al querido Paco Quinteros. Eso ocurrió el 1º de noviembre de 2009. El cantor tenía recién, 59 años.     

Corazón maternal

          Tránsito del Carmen Quinteros, Pocha, es una mujer de gestos amables y proceder de buena anfitriona. Además, a lo largo de toda la entrevista que le realizamos en su casa, su voz pausada y sin estridencias parecía quebrarse cada vez  que nombraba a su padre o a su hermano. Tiempo después, al volcar su historia familiar en los renglones de este relato, creemos entender el porqué de su constante congoja.
Tránsito "Pocha" Quinteros, nuestra entrevistada, 
junto a su esposo Pedro Antonio Paz 
Ella, desde corta edad, asumió el  papel de madre de aquellos dos hombres que fueron El Ciego Pancho y Paco, o Paquito, como lo llamó repetidas veces a su único hermano. Es probable que siempre haya visto a su padre ciego como a un ser desvalido, frágil, o propenso a correr grandes riesgos cuando se enfrentaba a la noche de los bodegones de El Bajo. Igual  empeño ponía con Paco, un muchacho franco y de una nobleza rayana en la inocencia, al que debía proteger. Pocha, conmovida por esa, su personal visión de la realidad, se convirtió mientras crecía, en una amorosa ‘guardadora’ de sus dos seres más cercanos y queridos.       
          











2 comentarios:

  1. Muchas Gracias por este generoso aporte

    ResponderEliminar
  2. Bien Poli. Me gustó tu crónica. Aclaro que la encontré de casualidad. Agradable sorpresa. Un abrazo

    ResponderEliminar