Néstor Soria y Pablo Dumit en calle Italia de Villa 9 de Julio |
Redacción: Néstor 'Poli' Soria- poeta, escritor
Entrevista, armado e investigación: Ana Lía Madrigal
Entrevistado: Pablo Dumit
Rastrillando el barrio,
como quien busca perlas en la arena, pasamos por frente a una casa que a mí
particularmente me resultaba conocida. La edificación está en la calle
República de Italia nº 536. Aguijoneado por la curiosidad retrocedí sobre mis
pasos y pude apreciar en sus paredes unas figuras plásticas, de buen porte,
mostrando trazos y colores que también me sabían a vistas. Agucé la memoria por
un instante y me di cuenta de porqué esa sencilla construcción me era familiar.
¡Es la casa del pintor Ernesto Dumit! me dije con sobresalto. Eso bastó para
que en mi cabeza comenzaran a bailotear escenas vividas, junto al artista, en
mis años de soñador aprendiz.
Conocí a Dumit, ‘El turco’, tal su apelativo de calle, en la década de 1970; un poco antes de que a Tucumán, o mejor al país, las babeantes fauces de una dictadura convirtieran al territorio en el campo de un Armagedón.
Conocí a Dumit, ‘El turco’, tal su apelativo de calle, en la década de 1970; un poco antes de que a Tucumán, o mejor al país, las babeantes fauces de una dictadura convirtieran al territorio en el campo de un Armagedón.
Por
entonces la ciudad era un muestrario de expresiones artísticas. Jóvenes
barbados y pelilargos, muchachas espigadas luciendo ropa informalísima, todos
llegados de diversas latitudes, tapizaban las veredas con artesanías, discos
larga duración inhallables en negocios, obras pictóricas y, de fondo musical,
pesados rock de la época. Aun no se hablaba de la globalización.
Aquel
encuentro con Ernesto se produjo en un inquilinato de la calle Balcarce primera
cuadra. El sitio, un viejo sanatorio ya inactivo, albergaba en sus habitaciones
a estudiantes universitarios venidos del interior y de otras provincias. Yo
tenía arrendada lo que fue la enfermería del nosocomio. Él solía llegarse al
lugar a visitar a un artesano, Miguel, muchacho con traza de hippie que tenía
alquilada la desmantelada capilla del lugar.
A Dumit
nunca lo vi pintar. Sí admiré parte de su obra, como la maravillosa serie que
llamó ‘Línea dorada’, o las formas escultóricas que plasmó en el desaparecido
bar El condado. Pero lo que sí se me grabó con indeleble alegría, fueron las
noches de conversaciones y guitarra que compartí con él en la apacible vivienda
de la calle Italia.
Ahora
entraré a la casa por que sé que lo volveré a ver a través del poeta, Pablo, su
hijo.
Nos dice Pablo que el apellido Dumit
tiene su origen en la ciudad francesa de Lyon, pero que su familia se gesta en
el Líbano. De la voz de su abuela paterna él escuchó que:
Pablo Dumit, su abuelo, fue un soldado libanés que luchó en una de las cruentas guerras que enfrentó ese país a inicios del siglo XX - cómo sería de fuerte su patriotismo, que se casó aquí, en Argentina, ataviado con el uniforme de su ejército -.
Pablo Dumit, su abuelo, fue un soldado libanés que luchó en una de las cruentas guerras que enfrentó ese país a inicios del siglo XX - cómo sería de fuerte su patriotismo, que se casó aquí, en Argentina, ataviado con el uniforme de su ejército -.
El
franco-libanés, llamémoslo así, llegó al país por allá de 1920; también por
aproximación, su nieto calcula que tendría 20 años.
Su
arribo a tierra americana fue la segunda tanda de hermanos Dumit que pisa tan
lejana latitud. Anteriormente otros tres ya habían recalado en Tucumán y uno de
ellos, el más inquieto según decía su familia, luego de amoríos y procreaciones
varias, se mudó a la provincia de Mendoza, perdiéndose un fluido contacto con
sus parientes actuales.
Esto
nos cuenta Pablo, el entrevistado:
-Decían que el primero que había llegado
era el más inteligente, el que mejor manejaba el castellano, el que más
rápidamente se había adaptado. A la vez nos enteramos de que dejó un tendal de
hijos en Tucumán y se fue a Mendoza. No recuerdo el nombre pero es el que lleva
la otra ‘pata’ de la familia. De hecho, en esa provincia hay otro Pablo Dumit
que sé que juega al polo, pero no nos conocemos.
Aquel
inmigrante no vino directamente a Tucumán. Su primera escala estuvo en Brasil y
desde ahí, acompañado por sus hermanos, inician el acercamiento a Buenos Aires
ejerciendo lo que mejor sabían hacer: negocios.
Unos
años después, ya en esta provincia, los Dumit son parte activa del novísimo
Mercado de Abasto, abierto al público en 1934. Es muy seguro que los viajeros se
hayan encontrado con los tres hermanos llegados con anterioridad.
Se casa
La vida en el barrio La Ciudadela en
la década de 1930, es asombrosamente dinámica, más bien, frenética. De lunes a
sábado, a toda hora, el movimiento de sus calles es incontenible y ni la mente,
ni el músculo descansan. Sin embargo el puestero Pablo Dumit se da tiempo para
‘entreverarse’ en las partidas de dominó que se disputan en los bares de la
zona. El franco-libanés ya es un personaje conocido por todos y seguramente su
dicción, mezcla de árabe con castiza, lo convierte en un ser simpático y a la
vez gracioso.
Y es
justamente ese hablar sazonado lo que atrae a una mujer, o mejor dicho a dos.
Su nieto, el poeta, así lo cuenta:
-Él se casa aquí en Tucumán con una
santiagueña de La banda, María Milán.
Pero antes les cuento algo: Mi abuelo
tenía una novia que llevaba una vida liviana. Por entonces conoce en Santiago
del Estero a quien iba a ser mi abuela y parece que la primera novia estaba tan
enferma que muere.
Y he aquí lo sorprendente. Mi abuela
decía que aquella mujer había sido el amor de mi abuelo antes de conocerla a
ella. Por esa razón, limpió su lápida y le llevó flores al cementerio hasta que
ocurrió su propia muerte.
Del
matrimonio de María Milán con Pablo Dumit nacieron cinco hijos: Ernesto, el 18
de mayo de 1938 - padre de nuestro entrevistado -; Luis; Edmundo; Antonio y
René. De ellos ya fallecidos, Luis, Edmundo y lamentablemente el pintor
tucumano, Ernesto Dumit.
Problemas de familia
Nadie puede negar aquello de que ‘cada casa es un mundo’. Quien haya
creado ese proverbio, axioma o refrán, sabía de lo que hablaba. Un claro
ejemplo se da en la familia de la que aquí nos ocupamos.
Aunque
no se nos dijo, intuimos que los inmigrantes Dumit habitaban en La Ciudadela
una misma vivienda o moraban en cercanía unos de otros. También, y es otra
suposición, que los hermanos de Pablo no aceptaban a María Milán, su mujer, o
tenían roces con ella.
El
hecho es que al fallecer Pablo, en 1948, las tensiones salieron a la luz.
Nuestro
interlocutor dice:
-Cuando muere mi abuelo Pablo los
hermanos de él la expulsan a mi abuela María con sus cinco hijos. Entonces ella
se traslada a la calle Lavalle al 500,
entre Buenos Aires y 9 de Julio. Mi abuela mantenía a sus hijos cosiendo para
afuera.
Como un ejercicio de memoria, mi padre
pintó y aun conservamos, el cuadro de la vivienda de la calle Lavalle; se llama
“Luz del recuerdo”; en la parte de abajo figura un escudito con el nº de la
casa. Según él, en ese cuadro está toda su vida.
Ernesto Dumit |
En la
última entrevista que dio, recuerda que sus primeros trazos fueron para
bosquejar a su madre bordando un almohadón, tarea que sin dudar, ocupaba a doña
María con asiduidad.
Pero la
felicidad del pequeño Ernesto se vio frustrada al morir su padre en 1948. Con
apenas 10 años de edad su madre decide inscribirlo como interno en el convento
de San Francisco. Allí conocerá de cerca los rigores del encierro y sufrirá el
duro temperamento de algunos sacerdotes encargados de su educación.
Hablando
de esa experiencia que lo atormentó siempre, su hijo Pablo cuenta que solía
reflexionar así:
-Yo creo en un Jesús político, mas no
creo en la iglesia de los hombres.
Jesús Cristo es una imagen que he
pintado mucho, dijo
alguna vez.
Luego
de su paso por los claustros franciscanos, e insertado nuevamente en el seno
familiar, cursa sus estudios secundarios y se acerca al Departamento de Artes
de la Universidad Nacional de Tucumán. A las primeras clases de pintura las
recibe de Timoteo Navarro, Pompeyo Audivert y José Alonso. En ese ámbito traba
relación con Lino Eneas Spilimbergo, artista que estuvo corto tiempo en la
ciudad, pero que dejó sus enseñanzas.
Su
permanencia en las aulas se prolongó por largo tiempo y hasta podemos aseverar
que jamás las abandonó.
Durante
su estada en el Departamento de Artes absorbió todo lo que aquellos maestros le brindaban. Pero había en él un
rebelde autodidacta. Dumit prefería adentrarse en las villas humildes y plasmar
las casuchas y sus pobrezas.
Pablo,
nuestro entrevistado, comenta:
-Mi viejo por entonces ya mostraba su
talento, pero no iba con él lo que dictaba el programa. Nunca se recibió.
A principios de la década de 1960,
Ernesto Dumit consigue del Consejo Provincial de Difusión Cultural, una beca
que lo lleva a la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcoba, en
Buenos Aires. Al llegar toma clases con Adolfo de Ferrari y sobrevive diseñando
vidrieras, las de editorial Atlántida, por ejemplo. Permanece en esa ciudad
durante 2 años compartiendo domicilio con el artista plástico y director de
teatro argentino-francés Jerôme Zavary. Su hijo, el poeta Dumit, nos comenta
que él fue bautizado: Pablo, por su abuelo paterno y Gerónimo, por Zavary.
Cumplido
el plazo de la beca regresa al norte. Su destino será la localidad santiagueña
de Clodomira, pueblo que no lo retiene mucho tiempo, pues se traslada al
cordobés pueblo de Deán Funes, donde se aloja en la casa de unos singulares
parientes, plasmados en un cuadro que realizó entonces. Dando riendas sueltas a
su espíritu andariego, desde allí viaja al hermoso paraje de Unquillo, lugar
enclavado en las bajas serranías de esa provincia. Él sabe que ahí se radicó
Lino Spilimbergo y decide quedarse un par de meses pintando a su lado.
El pintor Dumit se casa
Quizás
cansado de hacer y deshacer avíos, o extrañando su tierra tucumana, Ernesto
emprende el regreso. Recala en la vieja casa materna de la calle Lavalle, pero
enseguida se muda buscando la compañía de un estimado amigo: Enrique Naval,
actor y artista plástico ligado muy fuertemente al ambiente teatral; compañero
de tablas y vigilias de Oscar Quiroga, el inmortal ‘Loro’; de Fernando Arce; de Pelayo Romano; y de otros
insomnes.
Radicado
en la casa de Naval, el arte le tiende una celada magistral que revoluciona su
vida. En realidad lo enmaraña en los hilos del casamiento.
-Ellos se habrán conocido en 1965 en lo
de Naval. Mi viejo vivió dos años en la casa de ese amigo. En esos momentos él
estaba pintando un retrato a una amiga del ambiente de teatro, a Nini Callejón,
quien a la vez era compañera en el colegio Santa Rosa de Nora Elvira Escaño, mi
futura madre.
Los padres de Nini fueron los dueños del
hotel California, hoy Dallas hotel; esa gente le había comprado un mural a mi
padre, trabajo que aun pervive.
Todo comenzó cuando Nini le dice a su
amiga: Norita acompañame porque Dumit me está haciendo un retrato. Vamos,
responde mi vieja. Llegan a la casa y el señor las atiende en calzoncillos boxer
y su vasito de ginebra en la mano. Ese era mi viejo. Sé que mientras pintaba le
invitaba café a la que sería su esposa.
Formalizado
el casamiento la pareja se radicó en el barrio Sarmiento. Tres años después de
realizada la boda, el 21 de agosto de1969, en ese domicilio nace el único hijo
del matrimonio: Pablo Gerónimo Dumit. Un niño precoz e inquieto que burló a ‘la
parca’ cuando un día quedó aplastado por una pesada reja.
Domicilios y quehaceres
Hubo un periodo en el que Nora Elvira Escaño, ya casada con Dumit, ejerció el magisterio en el pueblo de Simoca. Esclavo de su genio y vocación, el pintor resuelve fundar allá una escuela de arte destinada a los chicos de la zona; hoy desaparecida. Pasado un tiempo, en la década de 1970, la maestra es trasladada a la capital tucumana y nombrada en la escuela Salustiano Zavalía, turno tarde. Allí cursará sus estudios primarios el niño Pablo. Para entonces el domicilio de la familia era la calle Mendoza 1ra. Cuadra. Pero los cambios de vivienda continúan. Una nueva mudanza los interna en Villa Alem; en ese barrio alquilarán casas en la calle Congreso y también en la 9 de Julio.
Desde
Villa Alem Ernesto empieza a refaccionar la casa de la calle Italia al 500,
morada que será definitiva para el artista y de larga permanencia para su mujer
y su hijo. Corría el año 1977.
No
nos disponemos bajo este título el hacer un análisis del arte plástico de
Ernesto Dumit. Sólo narraremos la impresión que tuvo un niño, amigo de su hijo
Pablo, cuando se enfrentó a un cuadro.
-Esta casa era en mi niñez, un polo
atractivo para los chicos de la cuadra, sobre todo para jugar al fútbol en el
patio. Eran partidos de dos contra dos, o tres contra tres.
Lo que les cuento grafica la relación de los niños con la obra de Dumit:
-Cierta vez le encargaron que pinte a Vincent Van Gogh. Él lo hizo mostrándolo dentro de un cuarto, acodado en una mesa y en tres secuencias; una era cortándose la oreja y finalizaba donde se lo veía con la cabeza vendada. Recuerdo aquel cuadro oscuro. Daba miedo el mirarlo.
Después el banco Empresario le encargó
un cuadro de Bethoven. En ese caso lo pintó al músico sentado, acodado sobre el
piano, hizo las partituras y dibujó en su rostro ese gesto adusto que lo
caracterizaba. En todo predominaban los tonos grises.
Terminada la obra la dejó en medio del
taller, ámbito que desde la ventana recibía un
haz de luz proveniente del patio y que casualmente iluminaba la cara de
Bethoven.
Cierta vez nosotros los chicos estábamos
jugando a la pelota en ese patio, a la oración, alumbrados por esa única luz y en un momento
se nos va el balón para adentro. Uno de mis amiguitos entra detrás de la pelota
y en la penumbra pegó un grito que nos hizo pensar que se le había caído un
ropero encima. Entonces lo vimos salir corriendo hacia la puerta mientras
espantado gritaba ¡Ay un señor, hay un señor ahí adentro! Entonces entendí lo
que le había pasado.
Yo llegaba a casa y los monstruos de los
cuadros para mi eran familiares; estaba acostumbrado a verlos. A nosotros nos parecían maravillosos, pero nadie quería
vivir con los cuadros, salvo yo.
Al escuchar a Pablo hablar de su padre y de la casa-taller de pintura, nos queda muy claro el emocionado cariño que conserva de su años de, niño, adolescencia y juventud. Cada frase trasmitida está cargada de atrayentes comentarios que la sazonan. Es por eso que aquella vez le pedimos que no cese en los recuerdos, y así continuó su narrativa.
-Mi padre, siendo un joven pintor,
obtiene los primeros premios.
-El ‘Turco’ Juan Carlos Malcum,
arquitecto, docente y escenógrafo, formó parte de una nueva generación de
amigos de mi viejo. Dumit, trabajando a la par de él le fue cambiando la
concepción escenográfica. No es lo mismo la visión plástica que la
arquitectónica.
-Cuando mi viejo empezó a hacer las
obras del bar ‘El condado’, fue armándolas en un taller que creo que montó en
la calle San Martín. El trabajo de yeso con entretejido de alambres le debe
haber llevado meses de armado. Después lo montaron.
-Más que en lienzo él prefería pintar en
madera. A los paneles de la escalera de El Condado, que eran de ese material,
los pintó en el taller y recién los colocaron. Cuando hizo ese trabajo yo tenía
3 años.
-‘La encrucijada’, un gran cuadro por el
que le dan el Premio de Honor y fue adquirido por el museo de Bellas Artes
Timoteo Navarro, es el tríptico con el que sintió que había alcanzado su obra
maestra, que podía no pintar más. En esa pintura Dumit plasmó el 536,
numeración de esta casa de la Italia.
-En una conversación que tuve con mi
viejo le dije, que cuando él ya no esté, en esta casa yo iba a hacer algo, exposiciones, museo,
escuela; y ahí terminamos con el tema. Mi opinión es, que siga sirviendo para
el arte, las reuniones y la cultura. En fin, este museo mantiene vivo su último
deseo.
-Cerca de casa estaba el clásico almacén
de don Gutiérrez; así se llamó el boliche hasta que él murió. Este hombre,
descendiente de gallegos y que lucía una boina arruinada, era un personaje con
un carácter podrido; por cualquier cosa te mandaba a la m…Recuerdo que cuando
tenía más o menos 8 años me fui a comprarle mortadela; se la pido y me
pregunta: ¿cuánto querés? Como yo no sabía de gramajes, lo miro desconcertado y
le digo: 6 gramos. Eso fue suficiente para que me corra. ¡vayasé a la m…! El
viejo habrá pensado que lo estaba cargando.
El terror llamado proceso
-En la década de 1970, cuando reinaba el
terror del proceso, mi viejo dejó de frecuentar los bares porque casi todos sus
amigos estaban en las listas negras de la triple A. Comenta Pablo Dumit.
Y
muchos sabemos que los más afectados por el accionar de estas bandas de
asesinos fueron los artistas. No importaba si asían un pincel, pulsaban
una guitarra o recitaban a Walt Witman.
Las listas negras eran como las planillas del matadero municipal.
El
poeta Pablo Dumit, muy joven entonces, percibía la tensión que se vivía en su
casa, no sólo por estar habitada por un pintor, sino, por la cercanía con la
zona militarizada de la ciudad.
-Mi viejo estaba muy afectado por lo que
ya se sabía que pasaba. En villa Alem tiraban bombas, nosotros
salíamos agachados a ver qué pasaba y era que Boca había ganado un campeonato.
No te imaginás el temor que sentíamos. Algunos amigos de mi viejo estaban
desaparecidos, aquí, en Tucumán: Hugo Duca; ‘El chonga’ Vargas; ‘El pato’ Carré,
al que por confundirlo con alguien le dispararon y lo dejaron paralítico.
Ernesto Dumit estaba censurado. No podía exponer en Tucumán, tampoco laburar en
escenografía. Tenía que esperar a que la Side mande el informe sobre él.
Al ‘Gallego’ Ramos Gucemas, a Gerardo,
tampoco lo dejaban exponer porque pintaba mucho con color rojo.
Navidad Tensa
-Esta casa de la calle Italia al 500,
esta ubicada en la zona donde las fuerzas armadas aglutinaban todos sus centros
de operaciones. Tenemos el cuerpo de bomberos; la escuela de Policía; estaba la
brigada; la jefatura; el distrito militar;
comunicaciones 5. Y tras cartón, el edificio que habitaban todos los
militares, inclusive Bussi.
Al llegar la primera Navidad que
celebraríamos en el barrio, mi vieja armó una mesa en el salón de adelante, en
una especie de garaje desde donde se veía hacia calle.
Comenzamos a comer y de pronto frente a
nuestro portón se detuvo un camión del ejército y empezaron a bajar soldados;
golpean las manos, cosa que tranquilizó a mi viejo y uno de ellos nos pidió que
les diéramos algo para pasar esa fiesta. ¡Qué cagaso! Uno vivía en estado de
alerta.
Papeles quemados
-Como maestra que era, mi vieja había
guardado los diarios y revistas que hablaban de la muerte de Perón. Tenía
apilada toda esa documentación.
Cierta vez hubo un auto estacionado por
varios días en la esquina de nuestra casa. Cayó la brigada de explosivos,
camiones del distrito y armaron un gran operativo. Recuerdo que también
desalojaban a los vecinos que vivían cerca.
En un momento mi vieja le pregunta a un
soldado qué es lo que pasaba y este le responde que buscaban una bomba. Al ver
semejante despliegue de fuerzas, ella se vino al fondo de la casa y quemó todo
el material que había conservado.
Levantan la censura
-En
1980, Celia Terán pidió permiso para que Ernesto Dumit hiciera una
escenografía. Le fue concedido. Pero recién en 1981, luego de ganar el Gran
premio de honor, la censura de Dumit fue levantada. Ya se vislumbraba la
democracia.
-Entre 1981 y 1982, los alumnos de Arte
se organizan y ejercen una suerte de presión. Linares, el decano, dijo:
Denle a Dumit la posibilidad de que
invente algo.
Ante ésto la Universidad le preguntó a
mi viejo qué es lo que quería hacer y él respondió:
Hagamos los talleres libres de pintura.
De ese modo fundó los talleres libres en
la facultad. Sin título que lo habilite,
estuvo allí entre 1982 y hasta el 86; mientras tanto seguía enseñando en
la casa.
Se separan
Ernesto
Dumit y su mujer pactaron su separación en 1982; fue una decisión amistosa.
Nora Elvira Escaño se muda entonces con su hijo Pablo a una casa de la calle
Suipacha y Sarmiento. Pero el distanciamiento físico no afectó al cariño que se
profesaban. Tan así es, que ella se hizo cargo de la salud y de la economía del
pintor hasta sus últimos días.
El
bohemio, el artista, el amigo, falleció el 1º de octubre de 2007, a los 69
años. Su cuerpo descansa en el cementerio privado San Agustín; muy cerca de la
sepultura de otro grande, de ‘El loro’ Quiroga.
Unas palabras más sobre
el pintor
-En sus últimos años mi padre mantuvo
funcionando el taller-escuela en la casa. Su salud se fue complicando. Las
últimas obras son de tamaño reducido
porque estaba limitado en su movilidad; tenía una prótesis en la cadera. Cuenta Pablo.
1958:
Segundo premio de pintura en el Salón de otoño - Peña Cultural ’El cardón’ - y
el Primer premio de grabado adquisición. Salón primavera del Consejo Provincial
de Difusión Cultural de Tucumán (cpdc).
1959:
Primer premio de pintura en 1º Salón Nacional de Estudiantes - Tucumán -
1962:
Premio único para acuarela VI Salón de pintura de Deán Funes. - Córdoba -
1966:
Segundo premio de pintura adquisición. Salón Provincial Sesquicentenario.
1967:
Primer premio adquisición en el IV Salón del poema ilustrado cpdc - Con el
poeta José Augusto Moreno -.
Primer
premio Salón Rotariano Nacional. Galería Van Riel - Rotary internacional -.
Buenos Aires.
1968:
Primer premio de pintura adquisición. XII Salón Nacional de Artes Plásticas.
1969:
Primer premio de pintura adquisición. Salón del Noa. - Santiago del Estero
-.
Primer
premio de pintura adquisición. XIII Salón Nacional de Artes Plásticas. Museo
Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro. - Tucumán -.
1971:
Segundo premio de pintura. Salón del Noa. - Catamarca -.
1972:
Tercer premio de pintura. 1º Salón para Artistas Visuales del Interior. -
Buenos Aires -.
1981:
Gran Premio de Honor XXIII Salón Nacional de Tucumán para el ámbito nacional.
Obra: Encrucijada. Museo Provincial de Bellas Artes. – Tucumán -.
1994:
Primer premio adquisición de pintura. Salón La Gaceta. – Tucumán -.
Escenografías realizadas por Dumit
La
cantante calva. Eugène Ionesco.
Pic-nic
en el campo de batalla. Fernando Arrabal.
El
malentendido. Albert Camus.
Un
marido para el desayuno. Sacha Guitry.
Arlequin,
servidor de dos patrones. Goldoni.
Madre
coraje. Bertold Brech.
Los
padres terribles. Jean Cocteau.
Esperando
a Godoy. Samuel Beckett.
Cleranbard,
los días nuestros. Oscar Quiroga.
El
enfermo imaginario. Molière (Jean-Baptiste Poquelin)
El
guiso caliente. Oscar Quiroga.
Vestir
al desnudo (Dirigida por Orestes Caviglia). Luigi Pirandello.
Stefano.
Armando Discépolo.
Mariana
pineda. Federico García Lorca.
Milagro
en el mercado viejo. Osvaldo Dragún.
En
1970, la crítica teatral lo eligió como mejor escenógrafo por su labor en la
obra Esperando a Godot.
Nueva generación
La
escuela primaria Salustiano Zavalía cumplió con el compromiso de educar en las
primeras letras al alumno Pablo Dumit. Él es ahora quien debe decidir a qué aulas
asistirá para continuar con su pulimento de incipiente ciudadano.
-Recuerdo que había fallado en mi
examen para ingresar al Instituto Técnico. Entonces mi madre me preguntó:
¿Donde te pongo? Y yo le contesté: Donde haya mujeres. Me cansé de esas escuelas
que horriblemente sólo huelen a… varones. Hizo la gestión y me recibieron en el
Jim. Era una ‘oveja negra’ ahí. Concurrían cinco changos y cuarenta y tres
mujeres. Ya por tercer año me convertí en ‘el gurú’ de las chicas, porque les
escuchaba sus experiencias con los novios; yo fui como un consejero de esa
camada. En el Jim me recibí e ingresé a la facultad de artes; en la carrera de
fotografía. A esos cursos cortos decían que le iban a sumar cine y televisión
pero nunca lo hicieron. Luego de egresar hice dos años en Filosofía y letras.
Todo fue en vano. Yo me sentía escritor.
Se macera el poeta
En la casa de calle Italia al 500 se
respiraba y se respira creación, talento, bohemia. La desaparición corpórea del
pintor Ernesto Dumit
no ha
modificado el íntimo escenario de sus fantásticas elucubraciones. Digo ésto
porque su vivienda y taller siguen allí, inviolables, celosamente protegidos
por su hijo Pablo, un poeta que convirtió al lugar en un centro de cultura. Él
es quien nos contó la historia familiar.
Tocado
por los genes paternos, contagiado por tantas presencias ligadas al teatro, a
la pintura, al cine, a la música, y a otras exquisiteces, el poeta Dumit quedó
atrapado en el mundo seductor donde mora el arte:
-Antes de hablar de mi amor a la
poesía, debo confesarles que de chico tenía un muy mal gusto musical, Creo que
era por hacerle la contra a mi viejo. Él escuchaba a Bethoven y yo le ponía
Palito Ortega. Además en esa época de pleno proceso no podías escuchar otras cosas;
te daban eso.
Entre 1980 y 81, previo al desastre de
las Malvinas, no sé porque vía comienzan a llegar a nosotros casetes de Sui
Generis. Ahí empiezo a escuchar temas que tenían un mensaje distinto con el que me identificaba.
Cuando empiezo a elaborar mis
canciones, no sé porqué pero se me colaba
una melodía conocida y yo terminaba
poniéndole una letra propia. Al
principio eso fue una especie de juego. Hasta ahí no había leído un libro de
poesía; eran prejuicios. Por entonces tendría unos 12 años.
Luego cayó en mis manos un libro de
Benedetti y me doy cuenta de que el verso libre de ese autor me contenía.
Cuando lo conozco y lo leo me empiezo a enfrentar con lo que me enseñaban en el
secundario. Ahora sé que el verso libre es una alternativa de lectura y
escritura y empecé a buscar mi propio ritmo al escribir.
Aquí pasaron cosas
Pablo
se refiere a la casa de la calle Italia. Para él cada rincón de la vivienda,
antes taller de arte de su padre y hoy espacio cultural abierto, cobija pasajes
de mágicas reuniones que el pintor, Ernesto, solía realizar junto a sus amigos
que lo visitaban. Él dice que esas ‘juntadas’ paterna favorecieron su
inclinación a la poesía. Nosotros no dudamos de que eso fue así.
-Imaginate, venir de la escuela,
atravesar la casa hasta el patio y encontrarme con personajes como ‘Pepe’
Soriano. O aquella vez en que aquí en Tucumán
Gerardo Vallejo estaba filmando una de sus películas y tardes enteras yo
tomaba mates con Carlos Carela. Lo recuerdo a Pedro Lábate, el actor tucumano
que recitaba a Victorio Gassman; o a Lito Tossi, armando su loca vida y
hablándome de la poesía. Lito vivió con nosotros y tenía una mujer que no usaba
ropas, siempre desnuda. Yo con mis 13 años llegaba de algún lado y la veía
andar así por la casa con toda naturalidad; era fuerte todo eso para un chango
de 13. Me acuerdo de cuando ‘El loro’ Quiroga se alojó en la piecita, al lado
de la cocina; ese personaje dirigió el teatro San Martín. Aquí pasaron cosas.
¡Muchas cosas!.
Surge el poeta
-Escribo desde muy chico, pero a mi
primer libro lo elaboré a los 20 años; se llama ‘Poemas para andar despierto’;
su contenido es en verso libre y de temática urbana. En 1992 me voy a Buenos
Aires y me quedo hasta agosto del 2008.
El segundo libro es ‘Poema para quitarse la muerte’ -2006-; en él hay
mucho del paisaje de allá. El tercer
libro ‘El sol sobre las cosas perdidas’ salió en 2003; también desde Buenos
Aires.
El poeta habla del pintor
Ernesto Dumit |
La desaparición física de Ernesto
Dumit señala el fin de una época para las artes de la región… no así el fin de
la escuela y la marca que la obra de Ernesto configuraba.
Dumit fue el último de una camada de artistas que cobraba notoriedad allá por mediados de los años 1960.
Durante años, centenares de talentosos artistas de las nuevas generaciones, se asomaban al taller de Dumit, concibiéndolo como referente inevitable de un modo de ver el arte y de ver la vida. La referencia del maestro no sólo comprendía la pintura, sino que su paso por el teatro, la escenografía y su visión integral de las artes, hacían de este viejo sabio un padre multifacético a quien daba gusto escuchar durante horas…
Quienes lo tuvimos cerca, sabemos de sus sueños y de su legado… sabemos que debemos defender su obra de ser olvidada y su figura (en el recuerdo) de ser una leyenda….
Sabemos de su inmensa entrega por la pintura y su inagotable aporte a la cultura tucumana… y de la región…
Somos testigos de ese aporte. Y responsables precarios y libres, de darle proyección en tiempo y espacio a lo que fue una fiesta de vitalidad y sabiduría… su obra… la enorme escuela de su obra…
Su paso generoso y claro por nuestras vidas nos hizo mejores personas…
Hasta la vuelta querido maestro!!
Dumit fue el último de una camada de artistas que cobraba notoriedad allá por mediados de los años 1960.
Durante años, centenares de talentosos artistas de las nuevas generaciones, se asomaban al taller de Dumit, concibiéndolo como referente inevitable de un modo de ver el arte y de ver la vida. La referencia del maestro no sólo comprendía la pintura, sino que su paso por el teatro, la escenografía y su visión integral de las artes, hacían de este viejo sabio un padre multifacético a quien daba gusto escuchar durante horas…
Quienes lo tuvimos cerca, sabemos de sus sueños y de su legado… sabemos que debemos defender su obra de ser olvidada y su figura (en el recuerdo) de ser una leyenda….
Sabemos de su inmensa entrega por la pintura y su inagotable aporte a la cultura tucumana… y de la región…
Somos testigos de ese aporte. Y responsables precarios y libres, de darle proyección en tiempo y espacio a lo que fue una fiesta de vitalidad y sabiduría… su obra… la enorme escuela de su obra…
Su paso generoso y claro por nuestras vidas nos hizo mejores personas…
Hasta la vuelta querido maestro!!
Poema
no pudiste con
la espalda rota
ni con el abecedario /ni con el nombre de las monedas
ni con las moscas del pan duro /ni con las cuentas cotidianas
no pudiste con la ausencia de tu hijo
ni con las postergaciones /ni con la edad
son estas pocas cosas con las que no pudiste
pero llegaste hasta el fondo del barro y allí te incendiabas como un leño
para enseñarnos a mirar /ayudarnos a mirar /mirarnos...
viejo! podríamos creer que no...
porque se quedaron con tu confort /con tu salud
con la menor de tus verdades...
pero
hemos aprendido a mirar /por vos
en este paraje de ciegos...
y los jodiste...
ni con las moscas del pan duro /ni con las cuentas cotidianas
no pudiste con la ausencia de tu hijo
ni con las postergaciones /ni con la edad
son estas pocas cosas con las que no pudiste
pero llegaste hasta el fondo del barro y allí te incendiabas como un leño
para enseñarnos a mirar /ayudarnos a mirar /mirarnos...
viejo! podríamos creer que no...
porque se quedaron con tu confort /con tu salud
con la menor de tus verdades...
pero
hemos aprendido a mirar /por vos
en este paraje de ciegos...
y los jodiste...
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